La visión poética del mundo, contada en imágenes y música
Ron Fricke es un cineasta estadounidense, reconocido sobre todo por ser uno de los maestros en la dirección fotográfica, faceta que puede ser admirada en la primera película de la Trilogía qatsi: Koyaanisqatsi del director Godfrey Reggio. Sus primeras contribuciones como director las haría con Chronos (1985) y Sacred Site (1986). Sin embargo, no sería hasta 1992 cuando alcanzaría gran fama con su película Baraka en la que utilizó una cámara de 70mm diseñada por él mismo. Samsara es su último filme, estrenada en 2011.
POR NICOLAS RAPOLD
The New York Times
Filmada en 25 países a lo largo de 5 años, Samsara captura los fantásticos templos de varios niveles en el exuberante Myanmar y las gloriosas crestas japonesas, las maravillas naturales de las dunas arenosas de Namibia y las ordenadas líneas de montaje de la moderna agroindustria en China y Europa.
Los lugares no son nombrados y, en vez de comentarios, se escucha una rica y variada banda sonora. Filmada en 70 milímetros, una técnica inventada para la deleitación en el cine, presenta un desfile de imágenes sorprendentes, organizadas sin rigor según la noción cíclica hindú de nacimiento y destrucción que da a la película su título en sánscrito. Y eso es justamente lo que Ron Fricke, responsable de la fotografía, ya aclamada por la crítica en su Baraka (1992) y la anterior Koyaaanisqatsi (1982), prefiere. "Cuando las imágenes se unen, quieren empezar a contar una historia lineal", dijo Fricke, que dirigió y rodó Samara. "No era lo que yo deseaba. Si adquiere demasiado sentido, termina siendo un documental".
Aunque tocado por cierta idea de conciencia espiritual, Samsara no se propone transmitir ningún mensaje. Es un alejamiento de los filmes de no ficción que están en boga, como la obra de Michael Glawgger (Workingman’s Death, que describe las mismas minas de azufre que aparecen en Samsara) y Nikolaus Geyrhaller (Abendland). La perspectiva de Samsara podría definirse en cambio como cósmica, y sus objetivos principalmente estéticos.
Siendo como es un artista visual, Fricke ha recibido las influencias de una tradición cinematográfica de espectáculo, a veces sin palabras. "Crecí con las películas de David Lean y de Fellini", dijo. "Y el final de `2001’ marcó un antes y un después. Todo era no verbal".
El linaje más inmediato de Samsara se remonta a la trilogía que comenzó por Koyaanisqatsi, seguida por Powaqqatsi y Nagoyqatsi. Estos retratos energéticos de la modernidad fueron dirigidos por Godfrey Reggio, pero tuvieron como base las normas visuales establecidas por Fricke en la primera entrega y las impelentes bandas sonoras creadas por Philip Glass para darles su máximo esplendor. (Las interpretaciones en vivo de la música de Glass convirtieron a la primera película prácticamente en un concierto de imágenes.)
La hiperactividad humana, un rasgo familiar en aquellas sinfonías globales, hace su aparición acelerada en Samsara en tomas de multitudes en los subtes japoneses y de estadounidenses haciendo ejercicio en aparatos de gimnasia. Sin embargo, no plantean un argumento polémico, ni siquiera al mostrar las consecuencias de las inundaciones en Nueva Orleans y a un veterano de la guerra de Irak en uniforme, con la cara llena de cicatrices de quemaduras. Para Fricke, la secuencia del veterano tenía que ver con "el renacimiento".
El tema de la permanencia de Samsara como registro visual fue una preocupación para Fricke y Mark Magidson, quien produjo y co-editó el filme. Antes del inicio del rodaje en 2007, analizaron pero luego descartaron la posibilidad de utilizar cámaras digitales más portátiles debido al ritmo acelerado del cambio en las normas digitales. Además, para ellos, la filmación en 70 milímetros es la de mejor calidad para capturar imágenes.
"Era fundamental entregar el material en un formato que resistiera la prueba del tiempo", dijo Magidson, aunque haciendo hincapié en el costo de cargar la cámara de 70 milímetros por todo el mundo. Agregó: "No quería ir a 25 países y volver con algo" que en poco tiempo fuera anticuado. Aunque en movimiento y por momentos en plena turbulencia, el mundo está presentado como un cordel continuo y absorbente de imágenes destinadas a transportar, en todos los sentidos de la palabra. "Simplemente tratamos de que fluya constantemente para no saltar de ese flujo al verlo", dijo Fricke.
No hay comentarios:
Publicar un comentario