lunes, 16 de marzo de 2020

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Recomendaciones Cine Latinoamericano

Amores perros
(México, 2000) de Alejandro González Iñárritu.
Contó, con el corazón en la mano, tres relatos imborrables de tres lugares de nuestra realidad: la calle, la intimidad, los márgenes. Emparejó a dos hombres de talento incuestionable: la suma del cineasta Alejandro González Iñárritu y el escritor Guillermo Arriaga era más que las partes. Ganó 50 premios internacionales hasta pelear el Oscar a la mejor película extranjera con El tigre y el dragón. Pero sobre todo probó que el cine mexicano, y de paso el Latinoamericano, había asimilado ya las últimas lecciones del cine del mundo y estaba listo a proponer nuevas maneras de contar la vida de siempre.

2
El club
(Chile, 2015) de Pablo Larraín.
Una casa, asignada en secreto por la Iglesia Católica, es el refugio de cuatro sacerdotes condenados por horrendos crímenes. También es el hogar de la monja que los cuida. Su tranquila vida en el exilio se ve perturbada con la llegada de dos nuevos sacerdotes, desencadenando eventos que los obligan a enfrentarse a sus acciones.

3
Memorias del subdesarrollo
(Cuba, 1968), de Tomás Gutiérrez Alea.
Su maravillosa historia, la de ese pequeño burgués aspirante a escritor, Sergio, que se resiste a dejar su sagrada Cuba, así su esposa y hasta el último de sus amigos hayan huido ya a Miami (“quiero vivir como europeo”, dice), sigue siendo una historia más que relevante. Las fantasías sexuales que persiguen al protagonista a lo largo de cada día, la crítica corrosiva que le da forma a cada una de las escenas, el humor triste que alivia los horrores que comienzan a aparecer en el horizonte: todo lo que se ve en esta película profética sigue en pie, igual que aquel país, después de todos estos años.

4
La ciudad de Dios
(Brasil, 2002), de Fernando Meirelles y Kátia Lund.
La premiada historia de esos dos amigos que sobreviven como pueden a la vida en las favelas, es una síntesis de los recursos del cine, pero con un pulso nuevo, latinoamericano, que la hace una experiencia nunca antes vivida.

5
Los olvidados
(México, 1950), de Luis Buñuel.
Ofendió, en su momento, a todo México. Contaba, con una fuerza nunca vista, una venganza escalofriante entre niños callejeros: retrataba en el cuerpo de su protagonista, Jaibo, la innegable verdad de un continente.

6
La ciénaga
(Argentina, 2001), de Lucrecia Martel.
Es una mirada: una manera de reunir los azares, los gestos, los relatos que suceden en dos familias que pasan el verano en una finca. Su atmósfera, su banda sonora, su contención amenazante: todo está bien en las manos maestras de Martel.

7
Whisky
(Uruguay, 2004), de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll.
Tiene mucho de cómic triste. Y es una suma de encuadres impecables. Se agranda, se ve aún mejor, con el paso de los años. Pone en escena a dos hermanos, Jacobo y Herman, que son las dos caras de la moneda.

8
El secreto de sus ojos
(Argentina, 2009), de Juan José Campanella.
A medio camino entre las más memorables historias de Billy Wilder, y el cine más latinoamericano que uno pueda imaginarse, esta ganadora del Oscar tuvo cara, desde la primera vez, de clásico.

9
El abrazo de la serpiente
(Colombia, 2015) de Ciro Guerra.
Durante la fiebre del caucho, la selva amazónica se convirtió en uno de los destinos más apetecidos por los científicos. Karamakate, el último chamán de una tribu casi extinta se encuentra, con cuarenta años de diferencia, con dos de ellos. La colonización, la violencia, el proceso de transculturación y la naturaleza son los hilos conductores del filme.

10
El ángel exterminador
(México, 1962), de Luis Buñuel.
Sucede en la otra orilla de Los olvidados: esa perturbadora comida de clase alta que jamás se termina es una metáfora, otra de Buñuel, que pinta nuestras sociedades.

11
La historia oficial
(Argentina, 1985), de Luis Puenzo.
Puede pasar en cualquier rincón del continente: la profesora de historia Alicia de Ibáñez se entera, de la peor manera posible, de los horrores de la Argentina de la dictadura.

12
Dios y el diablo en la tierra del sol
(Brasil, 1963), de Glauber Rocha.
Una gran película del Oeste que retrata una región sin Dios ni ley: el villano Antonio das Mortes, “matador de cangaceiros”, cree que le hace un bien al mundo.

13
Rodrigo D. No futuro
(Colombia, 1990), de Víctor Gaviria.
Si un día tocara la batería en una banda de punk, si sobreviviera a los barrios más duros de Medellín en esta película que halla poesía en el horror, Rodrigo D. sería de mentiras.

14
Y tu mamá también
(México,2001), de Alfonso Cuarón.
Otra que se agranda con los años. Una historia de iniciación que recrea, como quien no se da cuenta, una generación latinoamericana que se resiste a crecer.

15
Estación central
(Brasil, 1998), de Walter Salles.
Josué busca a su padre de la mano de la peor de las acompañantes: una mujer cínica, la ex maestra Dora, que irá recobrando la humanidad con el paso de este granmelodrama.

16
Historias mínimas
(Argentina, 2002), de Carlos Sorín.
Cree tanto en sus tres personajes, los sigue, uno a uno, con una compasión tan alejada de la caridad de estos países, que verla es una especie de lección de vida.

17
Aquarius
(Brasil, 2016) de Kleber Mendonça Filho.
Clara, una crítica musical retirada, es la única residente del Aquarius, un emblemático edificio que será reemplazado por un rascacielos, siempre y cuando ella venda su apartamento. La protagonista rechaza la oferta de compra se enfrenta con la constructora para salvar no solo su vivienda sino también sus recuerdos y experiencias.

18
La vendedora de rosas
(Colombia, 1998), de Víctor Gaviria.
A partir de La vendedora de cerillas, el relato de Andersen que podría ocurrir en las comunas de Medellín, Gaviria le da una figura a nuestra indiferencia.

19
Nueve reinas
(Argentina, 2005), de Fabián Bielinsky.
Bielinsky, que murió tras filmar la brillante El aura, dejó antes esta divertida película de estafadores que cruza el género con la picaresca que dejaron los españoles.

20
El hijo de la novia
(Argentina, 2001), de Juan José Campanella.
Una comedia romántica con todas las de la ley, que ha ido ganándose las palabras de la crítica después de años de alimentarse de la guardia abajo del público.

21
La estrategia del caracol
(Colombia, 1993), de Sergio Cabrera.
Sintetiza el humor, los arquetipos y el gran tema del cine colombiano (la explotación de los unos a los otros), con una conmovedora nostalgia por lo colectivo.

22
El lugar sin límites
(México, 1978), de Arturo Ripstein.
El maestro Arturo Ripstein rescata, de la estupenda novela de José Donoso, un mundo feudal —un infierno en el que todos carecen de todo— sitiado por el machismo.

23
Fresa y chocolate
(Cuba, 1994), de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.
La historia de amor entre el homosexual Diego y el heterosexual David sucede en la Cuba que Alea había vaticinado en Memorias del subdesarrollo.

24
Gloria
(Chile, 2013) de Sebastián Lelio.
Una mujer solitaria decide encontrar el amor antes de entrar en su vejez. En su búsqueda se encuentra con Rodolfo, un hombre de 65 años con el que comienza una tormentosa relación marcada por la dependencia, la obsesión y el miedo.

25
La batalla de Chile
(Chile, 1975 a 1979), de Patricio Guzmán.
Quien ve el brillante documental de Guzmán, un tríptico de ese infierno que fue la Chile de Pinochet, ve en tiempo real las mentiras que contuvieron a un pueblo.

26
El pez que fuma
(Venezuela, 1977), de Ramón Chalbaud.
Los personajes de un burdel que acaba de cambiar de colchones, todo un microcosmos, se encuentran condenados a su mala suerte en esta comedia clásica venezolana.

27
Machuca
(Chile, 2004), de Andrés Wood.
Vea usted cómo era Chile antes de Pinochet, cómo eran esos dos niños, Gonzalo Infante y Pedro Machuca, antes de darse cuenta de que en la vida sólo se tiene en las manos ser uno mismo.

28
La teta asustada
(Perú, 2009), de Claudia Llosa.
Fausta tiene miedo todo el tiempo. Se niega a caer en la mala suerte de su madre.Va por el mundo, en esta película sobrecogedora, con la mirada al piso de las huérfanas eternas.

29
Pixote
(Brasil,1981), de Héctor Babenco.
Hace treinta años los cinéfilos del planeta adoraban esta película: aquí está, una vez más entre las grandes obras de Latinoamerica, la historia de ese niño que bordea la muerte calle a calle.

30
No
(Chile, 2014) de Pablo Larraín.
Chile, gobernado durante 15 años por la dictadura militar de Augusto Pinochet, se enfrenta a la presión internacional y convoca a un plebiscito. La intensa campaña para que los ciudadanos voten ‘No’, se convierte en la única opción para cambiar la historia política del país suramericano.