Un documental se acerca a la figura de Martirio, la gran diva que rompió con todos los estereotipos en los 80.
La película aprovecha la confianza de Maribel para ir desgranando su evolución artística. Pero además se cuela por los cristales de sus gafas para indagar en el corazón y los recuerdos de una niña onubense que desde pequeña quiso ser artista.
Convertida en un icono de la transgresión y la modernidad, con una imagen indeleble y con frases que han quedado para siempre en el lenguaje de los españoles, la dificultad para confeccionar la película ha sido seleccionar los mejores momentos de su carrera. Durante los años 80 y 90, Martirio fue requerida por las televisiones y toda la prensa por su simpatía popular y a la vez exquisita, clásica y vanguardista. Siempre la dualidad y el misterio; artista y mujer.
Durante dos años el equipo de Sacromonte Films la ha acompañado en conciertos y conferencias sobre la mujer y la copla, en sus viajes por Cuba y México y el retorno a su Huelva natal, pero también en su papel de madre orgullosa ante la primera actuación en solitario de su hijo Raúl Rodríguez presentando su primer disco.
La carrera de Martirio ha discurrido por casi todos los géneros musicales imaginables; desde la canción protesta con Jarcha, sus inicios en el rock de la mano de Kiko Veneno; la decidida defensa de la importancia de la copla; su papel de sacerdotisa en el maridaje del jazz y la copla acompañada de Chano Domínguez y, últimamente, en la recreación de la ida y vuelta de la música latinoamericana y el flamenco.
Martirio cuenta sus amigos por millares. Y muchos de ellos son artistas y aparecen en la película. Veremos secuencias inéditas y emotivas, de momentos privados con Chavela Vargas yCompay Segundo en los que se percibe su manera de entender el arte, siempre ligado al amor, al respeto y la pasión.
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