“Violeta al fin”
La vejez es libertad
*Gabriel González-Vega
Un relato sencillo y agradable nos convence y resulta en
una de las mejores realizaciones del cine costarricense. Película amable y más
profunda de lo que a simple vista parece, que se recomienda con entusiasmo y
con certeza.
Durante un cuarto de siglo la directora Hilda Hidalgo,
de sólida formación y amplia experiencia, acarició este tema que le inspiró su
madre, a la que recordó con respeto el día del estreno (la vi en la premier). En
este caso, esa cercanía personal nutrió el trabajo creativo.
De entrada, nada contra corriente pues los jóvenes
dominan las pantallas y no es fácil ofrecer al público una protagonista
setentona. Sin embargo, encontró una actriz ideal en Eugenia Chaverri,
que encarna a Violeta –propicio nombre de planta y color- de forma natural, con
alegre picardía y una dulce y serena firmeza.
Mayor, divorciada, vive sola en la casa de sus recuerdos
en Barrio Escalante donde se desprende de prejuicios y tienta la aventura de
alquilar habitaciones. Como es usual, sus hijos y exmarido se oponen en esa típica
manía de imponerse a los viejos como a los niños y en asumir que los ancianos
son unos inútiles, lamentable costumbre nuestra, tan distinta a la tradición oriental
o africana. La acción dramática la desata el peligro de perder la casa, en una
oportuna crítica a la forma en que operan los bancos en nuestro país. Sobresale
sin proponérselo el personaje de la protagonista, y se desenvuelve la actriz
con una facilidad que es propia de la maestría. Aceptables son los otros
personajes, aunque los hijos algo sin gracia, mas quizá esto es parte de la visión
de una obra que cuestiona la rutina. Los niños se empeñan con entusiasmo y su
conexión con la abuela es significativa en el marco del patriarcado. Las
interpretaciones son satisfactorias para nuestro medio (donde a veces vemos auténticos
desastres), mas falta camino por recorrer. Destaca mucho en dos escenas muy
logradas el veterano Óscar Castillo; formidable como un ex esposo
tristemente tico. El mejicano Sánchez Parra, carismático, se desenvuelve
con aplomo. Quizá el guion pudo darle mayor peso al final.
El filme fluye como el agua brillante y ondulada de la
piscina donde ella hace deporte, muy bien editado por Ariel Escalante (además,
un director interesante –“El sonido de las cosas”). La fotografía
del reconocido Nicolás Wong es eficaz y transmite la tibieza y frescura
de la realización, con planos detalle hermosos. Sin embargo, pienso que se le
pudo dar mayor presencia a la propia casa misma, crucial en la historia. Ese
espacio maravilloso de la memoria y la nostalgia que hará vibrar a muchos. Vale
que hacia el final tenemos un buen plano de toda la residencia, y antes uno
estupendo del palo de mango y sus ramas fabulosas entrelazadas como un Shiva
salvador. El color y la luz son muy adecuados para el tono de la historia, donde
lo aguerrido de la mujer nunca es excesivo. Hay una sabia moderación en el
tratamiento y se evita el sentimentalismo. Otro acierto son las gotas de buen humor
que refrescan la narración. Así como los momentos de magia y el sorprendente,
audaz y sugestivo final, que eleva el filme a otra dimensión; como logramos de
forma análoga en “Presos” (fui de los que me empeñé en mantener
ese final, como asesor del director Esteban Ramírez).
Mas lo principal es el conjunto; el retrato hermoso de
esa mujer que sin aspavientos desafía convenciones como la prohibición de
comulgar para los divorciados –centro de la polémica entre el bueno de
Francisco I el papa y los conservadores eclesiales-. Un filme realizado con
notable sensibilidad, envuelto en una rara belleza, y con observaciones sagaces
en diálogos y situaciones. Méritos que podemos rastrear en trabajos previos de
la directora, especialmente en los notables cortos “Sacramento” y “La
pasión de nuestra señora” y en la audaz adaptación de García Márquez “Del amor y otros demonios”. Un filme
que se goza, que reivindica con ingenio la llamada tercera edad y que muestra
una notable madurez entre la desigual producción nacional.
*Académico jubilado de Estudios Generales de la UNA
No hay comentarios:
Publicar un comentario