viernes, 23 de septiembre de 2011

El portero (1950)

Carrera cinematográfica

A mediados de la década de 1930, Cantinflas conoció al productor ruso Jacques Gelman y posteriormente se asoció con él para formar su propia compañía productora cinematográfica. Gelman, producía, dirigía y distribuía, mientras Cantinflas actuaba.
Cantinflas hizo su debut en 1936 en la película No te engañes corazón pero la película recibió poca atención. En 1939 estableció Posa Films, produciendo películas cortas que le permitieron desarrollar el personaje de Cantinflas, pero fue en 1940 cuando finalmente se convirtió en una estrella después de rodar Ahí está el detalle. La frase que le dio su nombre a la película se convirtió en su principal frase por el resto de su carrera. La película fue un éxito en Latinoamérica y fue reconocido por la revista Somos como una de las 10 más grandes producciones de México.
En 1941, hizo primero el papel de un oficial de policía en la película El gendarme desconocido. Para entonces ya se había distinguido bastante del típico "peladito" de la década de 1920 y su personaje pasaba cómodamente de ser el hombre marginado de clase baja a poderoso servidor público. La naturaleza política de la retórica del cantinflismo facilitó esta fluidez. Volvería a tomar el papel del agente 777 y sería homenajeado por las fuerzas policíacas en toda América Latina por su imagen positiva de la aplicación de la ley.
Ni sangre ni arena, una película satírica acerca del toreo en 1941, rompió niveles de taquilla de películas mexicanas en varios países de América. En 1942 se unió con Miguel M. Delgado y Jaime Salvador para producir una serie de parodias, incluyendo una de El circo de Chaplin.
Las décadas de 1940 y 1950 fueron las mejores para Cantinflas. En 1946 dejó de trabajar con las compañías mexicanas y firmó contratos con Columbia Pictures. Para entonces, su popularidad era tal, que pudo prestar su prestigio a la causa de los trabajadores mexicanos, representando a la Asociación Nacional de Actores en conversaciones con el presidente Manuel Ávila Camacho. Sin embargo las pláticas no dieron buenos resultados y como resultado de un escándalo, decidió retractarse y regresar al teatro.
El 30 de agosto de 1953, Cantinflas inició la presentación de su obra teatral Yo Colón en el Teatro de los Insurgentes, el mismo teatro que se había visto envuelto en una controversia sobre un mural de Diego Rivera que incorporaba imágenes de Cantinflas y de la Virgen de Guadalupe. Los críticos, incluyendo ciertos grupos conservadores y el arzobispo Luis María Martínez, tildaron la obra como "blasfemia" y eventualmente fue pintada sin la imagen de la Virgen.
Yo Colón colocaba a Cantinflas en el personaje de Cristóbal Colón quien, mientras continuaba "descubriendo América" hacía observaciones cómicas, históricas y contemporáneas desde diferentes perspectivas. Las bromas cambiaban cada noche y Moreno continuó empleando su juego de palabras y doble sentido para atacar a los políticos.
En 1956, La Vuelta al Mundo en 80 Días, el debut estadounidense de Cantinflas, lo hizo ganar una nominación al premio Globo de Oro en la categoría de mejor actor de musical o comedia, que finalmente ganó; en esta cinta actúa junto al actor inglés David Niven. La revista Variety dijo en 1956 que su calidad chaplinesca contribuyó al éxito de la película. Esta película recaudó la cantidad de $42 millones de dólares en taquilla. Mientras que Niven fue el principal actor en los países de habla inglesa, Cantinflas lo fue en el resto de los países. Como resultado de la película, Cantinflas se convirtió en el actor mejor pagado del mundo.
La segunda película estadounidense de Cantinflas, Pepe, intentó replicar el éxito de la primera. La película incluyó apariciones relámpago o cameos, de Frank Sinatra, Judy Garland, y otras estrellas. Su humor, profundamente arraigado en la lengua española, no se pudo traducir bien para las audiencias estadounidenses y la película fue una notable decepción taquillera. A pesar de eso, recibió otra nominación al Globo de Oro por su actuación.
En 1992, durante una entrevista estadounidense, Mario Moreno confesó que el principal impedimento para su éxito en los Estados Unidos era la barrera de la lengua. Después de regresar a México, Cantinflas creó su propia compañía, Cantinflas Films, y continuó haciendo películas hasta su última, que fue El Barrendero, realizada en 1981.
Como Charlie Chaplin, Cantinflas era un satírico social. Hacía el papel de el peladito, un don nadie, con esperanzas de tener éxito. Con admiración mutua, Cantiflas fue influenciado por las primeras películas de Chaplin así como por su ideología. El Circo era una "sombra" del cine mudo de Chaplin. El Circo y Si yo fuera diputado tenían muchas cosas en común con la película de 1940, El Gran Dictador.
Las películas de Cantinflas, hasta la fecha le siguen generando ganancias a Columbia Pictures. En el 2000, Columbia informó un aproximado de $4.000.000,00 de dólares generado por las ganancias de la distribución en otros países.

26 comentarios:

  1. En Latinoamérica, la historia del cine nace al igual que en el resto del mundo, a finales del siglo XIX. Las circunstancias sociales, económicas y políticas marcaron con los años su progreso cinematográfico, aquí se vieron involucrados promotores españoles, franceses e italianas como la presencia de las películas estadounidenses en sus pantallas.
    Muy pronto el mercado de cada uno de los países comenzó a estar controlado por el cine de Hollywood. No obstante, esta situación no impidió que en diversas épocas aumentaran aportaciones que mostraron la singularidad de la producción latinoamericana, que se apoyaría a lo largo del tiempo y en gran medida en la coproducción entre países de habla hispana.

    Quizás esta situación es la que provocó que en la producción de las primeras películas habladas en español, Hollywood contratara a numerosos profesionales (Ramón Novarro, Lupe Vélez, Dolores del Río, Antonio Moreno, José Mojica, Carlos Gardel), con el fin de que realizaran e interpretaran las versiones destinadas a dichos países. Esto no impidió que entre 1929 y 1931 se produjeran las primeras películas sonoras en México, Brasil o Argentina.
    En la época de los cuarentas es el cine mexicano el que alcanza una mayor notoriedad internacional, gracias a las películas de Emilio Fernández “El indio” y la presencia de estrellas como Dolores del Río, Pedro Armendáriz y María Félix. También se encuentran las obras de Fernando Fuentes (El compadre Mendoza, 1933; Allá en el Rancho Grande, 1936; Jalisco canta en Sevilla, 1948) y otras de Alejandro Galindo, Julio Bracho y Roberto Gavaldón.
    En estos años sale a relucir el actor Mario Moreno “Cantinflas” quien, con su verborrea se encarga de consolidad su popularidad nacional e internacional y arrasar en taquilla durante unos años con películas como:
    • Ahí está el detalle (1940), de Juan Bustillo Oro.
    • Sube y baja (1958).
    • El padrecito (1964).
    • Abismos de pasión (1953)
    • Los olvidados (1950)
    El cine argentino brota con dificultad sobre las películas de Lucas Demare (La guerra gaucha, 1942), Luis Cesar Amadori (Santa Cándida, 1945), Hugo Fregonese (Donde las palabras mueren, 1946), sin olvidar la extensa filmografía de Leopoldo Torres Ríos (Adiós Buenos Aires, 1937; 1942; el crimen de Oribe, 1950) y la aportación de su hijo Leopoldo Torre-Nilsson (La casa del ángel, 1956; Los siete locos, 1973). También circula por ciertos circuitos el trabajo de Fernando Birri (Los inundados,1961).
    En las décadas siguientes serán directores como Héctor Olivera con La Patagonia rebelde (1974) o No habrá más penas ni olvido (1983), Adolfo Aristarain (Tiempo de revancha, 1981), Eliseo Subiela (Hombre mirando al sudeste, 1986), Fabián Bielinsky (Nueve reinas, 2001) y Juan José Campanella (El hijo de la novia, 2001) los que proyecten la creación argentina hacia el exterior.

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  2. En el caso del cine Brasileño, tiene un punto de partida a finales de 1920, es principalmente marcada por las vanguardias europeas de los años veinte. Se unen las participaciones de varios directores como Humberto Mauro y O Cangaçeiro. En los sesentas participa Nelson Pereira dos Santos.
    La historia de Cuba se suma al definirse la trayectoria de diversas cinematografías latinoamericanas. Aquí destacaron Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás y Manuel Octavio Gómez.
    En el cine chileno llamaron la atención películas de Raúl Ruiz, (Tres tristes tigres, dirigida por Miguel Litín), así como el Chacal de Nahuetoro, Actas a Marusia. El cine peruano tiene en Francisco Lombardi su máximo representante desde 1977, con películas polémicas como Muerte al amanecer (1977) y Muerte de un magnate (1980).
    El cine venezolano está representado por Roman Chalbaud con El pez que fuma (1977) y La oveja negra (1987); el cine boliviano por Jorge Sanjinés con El coraje del pueblo (1971); y el cine colombiano por Sergio Cabrera con películas como Técnicas de duelo (1988) y La estrategia del caracol(1994) y Víctor Gaviria con La vendedora de rosas (1998).
    La Historia del Cine en Costa Rica
    Los primeros años del cine en Costa Rica fueron los sesenta y se caracterizó por ser esporádico, y artesanal.]Cine del tipo “entretenimiento” llegó al país en 1987, y sus inicios estuvieron íntimamente relacionados con los inicios del teatro. La mayor parte de la producción fueron imágenes vistas en noticieros, como en el caso de Armando Céspedes, Walter Bolandi desde los años 20 hasta los 40, y Álvaro Chavarría en los años 50 hasta los 60.
    Estos noticieros no tuvieron seguimiento nacional, pero sus imágenes fueron algunos de los acontecimientos más importantes de la historia del país.
    La representación más antigua es en 1914, lo cuál es el traspaso de poderes de los presidentes Ricardo Jiménez Oreamuno y Alfredo Gonzales Flores.
    El retorno (1930, 35mm, silente, B/N) es la primera película costarricense de ficción, Dirigida por el italiano A F Bertoni y producida por Mario Urbini con recursos costarricenses y fotografiada por Walter Bolandi.
    Elvira (1955, 35mm, sonorizada, B/N) es el segundo filme argumental de Costa Rica y fue producida por el nacional Carlos Alfaro Mac Adam, dirigido por el mexicano Alfonso Patiño Gómez.
    Otras películas fueron Milagro de amor (1955, 16mm, sonora, color) de José Gamboa, La apuesta (1968, 16mm, narrada, B/N) de Miguel Salguero.

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  3. Bibliografía:

    Centro Costarricense de Producción Cinematográfica (2011), Recuperado
    de:, el 28/09/2011.

    Media Cine (2009), Recuperado de: , el 28/09/2011.

    Trujillo, W, Mendoza, S. Cine latinoamericano (2008), Recuperado de:
    , el 28/09/2011.

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  4. Análisis Inicios del Cine Latinoamericano
    María José Rojas Brenes 201096282
    Cine Latinoamericano
    El cine latinoamericano tuvo sus inicios a finales del siglo XIX , aunque no se puede destacar alguna fase evolutiva en el cine de Latinoamerica, este ha tenido sus altabajos a diferencia por ejemplo de Estados Unidos ya que el cine latinoamericano ha tenido que depender en cierta parte de la ayuda del estado, como ocurre en muchos paises.
    En sus inicios el Cine Latinoamericano fue influenciado por Francia, Italia y España. Pero rapidamente fue controlado por el cine de Hollywood, a su vez con el paso de los años Latinoamerica pudo mostrar sus producciones de habla hispana. Entre los países más sobresalientes en la historia del cine latinoamericano están: Cuba, Colombia, Brasil, Argentina, México, destacando estos tres últimos con mayor producción logrando concentrar un 89%. A ese desarrollo se unen el talento de los países pequeños de América Latina, convirtiéndose así en el mejor medio para comunicar problemas y realidades de cada país. Estas producciones cinematográficas no se ven limitadas a los filmes políticos, sociales o ecológicos, sino también el humor, misterio, crimen, terror.
    Tomando como inicios el Cine Mexicano; el cual llego a México la noche del 6 de agosto de 1896. Siendo México el primer país americano que disfruto del nuevo medio. La primera película filmada fue “El Presidente de la República paseando a caballo en el bosque de Chapultepec” 1967, intentando mostrar a los personajes famosos en sus actividades cotidianas y oficiales. El auge del cine Mexicano favoreció el surgimiento de una nueva generación de directores: Emilio Fernández, Julio Bracho, Roberto Gavaldon, Ismael Rodríguez.
    Seguidamente se consolido un autentico grupo de estrellas mexicanas entre ellas: María Félix, Mario Moreno, Pedro Almendariz, Andrea Palma, Jorge Negrete, Sara García, Fernando y Andrés Soler, Arturo de Córdoba. Ganando una enorme popularidad el actor Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes (Cantinflas), como pionero del cine mexicano, ayudo a su crecimiento en la Época de Oro. Entre las cosas que lo hicieron querido por el público estaba el uso cómico del lenguaje en sus películas y sus personajes (los cuales casi todos era una variación del mismo personaje, pero en diferentes papeles y situaciones). Siendo sus mejores producciones: Sube y baja (1958); El Padrecito (1954); Los olvidados (1950).
    Posteriormente el Cine Argentino fue uno de los primeros del mundo. En 1986 se realizo la primera proyección cinematográfica en el Teatro Odeón (Buenos Aires). Se trataba de cortos de los hermanos Lumiere, “La llegada del tren”.
    Continua...

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  5. Eugenio Py en 1897, realizo el documental “La bandera de Aregentina” que trataba de un documental de dicha bandera flameando en la Plaza de Mayo. Seguido de “Viaje a Buenos Aires (1900) y “La revista de la escuadra argentina” (1901). El primer largometraje seria “Amalia” (1914) y “El Apóstol” siendo el primer largometraje animado de la historia del cine y publicado en 1917. En 1931 se filma “Muñequitas Porteñas” dirigido por José Ferreyra, siendo el primer film sonoro. Entre 1941- 1950 empezó la era del cine femenino; historias de amor frustradas como “Soñar no cuesta nada” (1941) y “Adolescencia” (1942).
    Las películas de las generaciones de los 60 acumularon trofeos en el exterior, siguiendo en la época de los 70, hasta principio de los 80, década en la cual el cine empezó una transición a lo moderno. En la década de los 90 surge el nuevo cine argentino. Siendo “Pizza, Birra, Faso” de Bruno Stagnaro e Israel Caetano la primera película que tuvo una repercusión pública. Actualmente el cine argentino es definitivamente uno de los mejores en Latinoamérica con una cantidad impresionante de producciones.
    En 1898 tiene sus inicios el Cine Brasileño, empezando con un documental sobre la familia del Presidente Prudente de Morais en el Palacio del Catete. Fue hasta la segunda mitad de la década de los 20 que surgieron los dos mayores referentes del cine de Brasil en aquel tiempo. El primero fue Humberto Mauro (Minas 1897) quien fundó la productora “Phebo Filme” e hizo cuatro largometrajes durante el cine mudo, para luego realizar su obra maestra, Ganga Bruta (1933). Otro referente fue Mario Peixoto (1908) cuya principal obra Limite (1931) fue una de las favoritas en América Latina.
    “Caicara” fue un gran éxito, contribuyendo a la idea de que era posible competir en las grandes ligas. Los mejores ejemplares fueron O Dragao da Maldade contra o Santo Guerreiro (1969), de Glauber Rocha, Os Herdeiros (1969) de Caca Diegues, Macunaima (1969) de Joaquin Pedro de Andrade y Os deuses os Mortos (1970) de Ruy Guerra
    El 24 de enero de 1897 el Cine llega a la Habana, cuando desde México el Francés Gabrie Veyre trajo a esta ciudad el cinematógrafo y se proyectaron los cortos “Partida de Cartas”, “El tren”, “El regador y el muchacho” y “El sombrero Cómico”. En 1937 se realizo el primer largometraje de ficción sonoro. Los años 60 recibieron el nombre de época dorada del cine cubano, caracterizándose por un intenso reflejo de una realidad cambiante.
    Continua...

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  6. Salen a la luz filmes como “Las doce sillas” (1962), “La muerte de un Burócrata” (1966) de Tomas Gutiérrez, “Las aventuras de Juan Quin Quin” (1967), de Julio García, “La primera carga del machete” (1969) de Manuel Octavio Gómez. El más resonante éxito de taquilla de la década de los 80 “La bella del Alhambra” (1989) la cual refleja una época anterior con un cuidadoso despliegue de recursos del teatro, música y vestuario.
    En la década de los 90 los mejores ejemplos de cine cubano son: Madagascar, 1994 de Fernando Pérez. Reina y Rey, 1994 de Julio García. Fresa y Chocolate, 1993 de Alea Tabio.
    En Costa Rica el cine llego en 1897 y estuvo íntimamente relacionado con el teatro, siendo hasta 1913 que fotógrafos costarricenses como Amando Céspedes y Manuel Gómez Miravalles incursionaron las imágenes en movimiento. La representación más antigua de cine fue en 1914, el traspaso de poderes entre los presidentes Ricardo Jiménez Oreamuno y Alfredo González Flores, los carnavales, las corridas de toros, personajes y rituales son algunos de los momentos históricos que se encuentran en la imagen cinematográfica.
    La primera película de ficción costarricense fue “El retorno” (1930, 35mm), dirigida por el italiano A F Bertoni, fue producida por Mario Urbini con recursos costarricenses. Elvira (1955,35mm) es el segundo filme argumental de Costa Rica y fue producido por el empresario nacional Carlos Alfaro Mac Adam. Milagro de amor (1955,16mm, color) de Jose Gamboa, registra la zarzuela del mismo nombre del maestro Alcides Prado y es un fresco costumbrista de la Costa Rica de principios del siglo XX.
    Como otros ejemplos de producciones costarricenses están: “Asesinato en el Meneo”; estrenada en diciembre del 2001, es una película de suspenso y comedia costarricense dirigida por Oscar Castillo. En el 2009 se produce “Gestación” siendo un drama del director Esteban Ramírez, filmada y producida en Costa Rica, también podemos mencionar “A Ojos Cerrados” (2010) película de drama/ largometraje, y “El Regreso” (2010-2011) producidas por Hernán Jiménez, cabe destacar que la película El Regreso Fue escogida como el Mejor Largometraje Internacional del Festival Internacional de Cine Latino de Nueva York y su director Hernán Jiménez fue nominado a Mejor Director.

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  7. Bibliografía:
    Guía histórica del cine. García Fernández, Emilio C. y Sánchez González, Santiago. Madrid: Editorial Complutense, 2002. Recuperado el 3/10/2011 http://recursos.cnice.mec.es/media/cine/bloque1/pag10.html
    Centro Costarricense de Producción Cinematográfica (2011) Recuperado el 3/10/2011 http://www.centrodecine.go.cr/cine-video-costa-rica

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  8. El cine latinoamericano

    Los países latinoamericanos fueron recibiendo al Cinematógrafo al igual que en el resto del mundo, a finales del siglo XIX. Las circunstancias sociales, económicas y políticas marcaron con los años su progreso cinematográfico, en el que tanto tuvieron que ver los promotores españoles, franceses e italianos como la presencia de las películas estadounidenses en sus pantallas. Muy pronto el mercado de cada uno de los países comenzó a estar controlado por el cine de Hollywood. No obstante, esta situación no impidió que en diversas épocas floreciesen aportaciones que mostraron la singularidad de la producción latinoamericana, que se apoyaría a lo largo del tiempo y en gran medida en la coproducción entre países de habla hispana. La producción de las primeras películas habladas en español fueron tan excelentes que Hollywood no tuvo de otra que contratar a numerosos profesionales como: Ramón Novarro, Lupe Vélez, Dolores del Río, Antonio Moreno, José Mojica, Carlos Gardel, entre otros; esto con el fin de que interpretaran las versiones destinadas a dichos países.

    En 1920 se crean en México los estudios Camus y, ocho años más tarde, Cándida Beltrán, pionera de las realizadoras mexicanas, dirige “El secreto de la abuela”. La película “Más fuerte que el deber”, de Rafael J. Sevilla (1930), inaugura formalmente el cine sonoro mexicano, con técnicos que se habían formado en Hollywood. En 1931 Eisenstein rueda su inacabada “¡Que viva México!”, donde Fernando de Fuentes realiza dos obras fundamentales llenas de madurez cinematográfica: El compadre Mendoza y el relato épico de la Revolución Mexicana Vámonos con Pancho Villa. En 1940 se consagra Mario Moreno, Cantinflas, con la película “Ahí está el detalle”, de Juan Bustillo Oro. En esta década se producen películas cuya calidad sería reconocida en todo el mundo, como “María Candelaria”, de Emilio Fernández; “Doña Bárbara”, de Fernando de Fuentes, o “Distinto amanecer”, de Julio Bracho. Es también la década de los grandes actores mexicanos, como Dolores del Río, María Félix, Pedro Armendáriz y Jorge Negrete. En 1942 se crea el Banco Cinematográfico como aval para la producción de películas, pero sólo beneficia a las productoras más fuertes como Grovas, Filmex, Films Mundiales y Posa Films (de Cantinflas). En 1944 se fundan los estudios Churubusco, de donde saldrá la abundante producción mexicana de películas de todos los géneros que invadirá el resto de países latinoamericanos. En este mismo año Juan Orol cultivó un peculiar cine negro mexicano con películas como “Misterios del hampa”. En 1950 se producen 122 películas, el año más fructífero. Aquel año Luis Buñuel realiza su obra maestra mexicana “Los olvidados”, premiada en el Festival de Cannes, sobre los jóvenes marginados de las grandes ciudades.
    El cine mexicano aborda la historia del país desde nuevos enfoques con películas como “Emiliano Zapata” (1970), de Felipe Cazals, y Reed, México insurgente (1972), de Paul Leduc, o emprende búsquedas en el lenguaje cinematográfico con “La hora de los niños” (1969), de Arturo Ripstein.

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  9. El género carnavalesco, con la participación de cantantes populares, como Carmen Miranda con Alô, alô, Carnaval (1935) y Alô, alô, Brasil (1936) y Gilda de Abreu, con Bonequinha de Seda (1936), significó el mayor éxito popular del cine brasileño hasta ese momento. Durante varias décadas será Nelson Pereira dos Santos quien dirija algunos de las historias socialmente más interesantes (Río, quarenta graus, 1955; Vidas secas, 1963).
    Entre los nuevos valores del cine brasileño cabe destacar a Lirio Ferreira y Paulo Caldas, con Baile Perfumado (1996); Aurélio Michiles, con O Cineasta da Selva (1997); Beto Brant, con Os Matadores e Ação Entre Amigos (1998); Ricardo Dias, con Fé (1999), además de los consagrados Cacá Diegues, con Orfeu (1999). Actualmente, las películas nacionales conquistan premios internacionales y consiguen candidaturas, hasta hace poco inéditas, al Oscar —Ciudad de Dios es, por ese y otros motivos, una película emblemática de estos nuevos tiempos en que la producción brasileña puede aspirar a tener horizontes y visibilidad mucho mayores. Así como las películas, directores, actores y técnicos hacen carrera internacional: Walter Salles, Fernando Meirelles, Carlos Saldanha, Affonso Beato, César Charlone, Daniel Rezende, Rodrigo Santoro, Gero Camilo.

    En Cuba destacaron Tomás Gutiérrez Alea (Memorias del subdesarrollo, 1968; Fresa y chocolate, 1993), Humberto Solás (Lucía, 1968; Cecilia, 1981) y Manuel Octavio Gómez (La primera carga al machete,1969). En el cine chileno sorprendieron las películas de Raúl Ruiz (Tres tristes tigres, 1968), Miguel Litín (El chacal de Nahueltoro, 1969; Actas de Marusia, 1976) y Helvio Soto (Voto más fusil, 1971).

    El cine realizado en Costa Rica antes de los años setenta se caracterizó por ser esporádico, producto de intereses individuales, y la mayoría de las veces artesanal. Fue hasta 1913 que fotógrafos costarricenses como Amando Céspedes Marín y Manuel Gómez Miralles incursionaron en las imágenes en movimiento.
    El retorno (1930, 35 mm, silente, B/N) es la primera película costarricense de ficción. Dirigida por el italiano A F Bertoni, fue producida por Mario Urbini con recursos costarricenses. Asimismo, fue fotografiada por Walter Bolandi, está basada en un guión original de Gonzalo Chacón Trejos y todo el elenco artístico estaba integrado por costarricenses.
    Elvira (1955, 35 mm, sonorizada, B/N) es el segundo filme argumental de Costa Rica y fue producido por el empresario nacional Carlos Alfaro Mac Adam, dirigido por el mexicano Alfonso Patiño Gómez y está basado en la novela homónima de Moisés Vincenzi. Este es un melodrama amoroso de una muchacha rica que se enamora de su criado, quien a través del estudio se nivela socialmente, aún cuando al final se descubre que son primos.
    Milagro de amor (1955, 16 mm, sonora, color) de José Gamboa, registra la zarzuela del mismo nombre, del maestro Alcides Prado, y es un fresco costumbrista de la Costa Rica de principios del siglo XX.
    La apuesta (1968, 16 mm, narrada, B/N) de Miguel Salguero cuenta las peripecias de un grupo de personas en un viaje a Limón, en un tiempo en que no existía la carretera a dicho puerto del Caribe.

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  10. El género carnavalesco, con la participación de cantantes populares, como Carmen Miranda con Alô, alô, Carnaval (1935) y Alô, alô, Brasil (1936) y Gilda de Abreu, con Bonequinha de Seda (1936), significó el mayor éxito popular del cine brasileño hasta ese momento. Durante varias décadas será Nelson Pereira dos Santos quien dirija algunos de las historias socialmente más interesantes (Río, quarenta graus, 1955; Vidas secas, 1963).
    Entre los nuevos valores del cine brasileño cabe destacar a Lirio Ferreira y Paulo Caldas, con Baile Perfumado (1996); Aurélio Michiles, con O Cineasta da Selva (1997); Beto Brant, con Os Matadores e Ação Entre Amigos (1998); Ricardo Dias, con Fé (1999), además de los consagrados Cacá Diegues, con Orfeu (1999). Actualmente, las películas nacionales conquistan premios internacionales y consiguen candidaturas, hasta hace poco inéditas, al Oscar —Ciudad de Dios es, por ese y otros motivos, una película emblemática de estos nuevos tiempos en que la producción brasileña puede aspirar a tener horizontes y visibilidad mucho mayores. Así como las películas, directores, actores y técnicos hacen carrera internacional: Walter Salles, Fernando Meirelles, Carlos Saldanha, Affonso Beato, César Charlone, Daniel Rezende, Rodrigo Santoro, Gero Camilo.

    En Cuba destacaron Tomás Gutiérrez Alea (Memorias del subdesarrollo, 1968; Fresa y chocolate, 1993), Humberto Solás (Lucía, 1968; Cecilia, 1981) y Manuel Octavio Gómez (La primera carga al machete,1969). En el cine chileno sorprendieron las películas de Raúl Ruiz (Tres tristes tigres, 1968), Miguel Litín (El chacal de Nahueltoro, 1969; Actas de Marusia, 1976) y Helvio Soto (Voto más fusil, 1971).

    El cine realizado en Costa Rica antes de los años setenta se caracterizó por ser esporádico, producto de intereses individuales, y la mayoría de las veces artesanal. Fue hasta 1913 que fotógrafos costarricenses como Amando Céspedes Marín y Manuel Gómez Miralles incursionaron en las imágenes en movimiento.
    El retorno (1930, 35 mm, silente, B/N) es la primera película costarricense de ficción. Dirigida por el italiano A F Bertoni, fue producida por Mario Urbini con recursos costarricenses. Asimismo, fue fotografiada por Walter Bolandi, está basada en un guión original de Gonzalo Chacón Trejos y todo el elenco artístico estaba integrado por costarricenses.
    Elvira (1955, 35 mm, sonorizada, B/N) es el segundo filme argumental de Costa Rica y fue producido por el empresario nacional Carlos Alfaro Mac Adam, dirigido por el mexicano Alfonso Patiño Gómez y está basado en la novela homónima de Moisés Vincenzi. Este es un melodrama amoroso de una muchacha rica que se enamora de su criado, quien a través del estudio se nivela socialmente, aún cuando al final se descubre que son primos.
    Milagro de amor (1955, 16 mm, sonora, color) de José Gamboa, registra la zarzuela del mismo nombre, del maestro Alcides Prado, y es un fresco costumbrista de la Costa Rica de principios del siglo XX.
    La apuesta (1968, 16 mm, narrada, B/N) de Miguel Salguero cuenta las peripecias de un grupo de personas en un viaje a Limón, en un tiempo en que no existía la carretera a dicho puerto del Caribe.

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  11. El cine en América Latina
    El cinematógrafo llega a Latinoamérica a finales del siglo XIX, donde su progreso se vio influenciado por las circunstancias sociales, económicas y políticas que predominaban en la región. De acuerdo a Peredo (1997) el lugar que ocupa América Latina en la cinematografía mundial es el de ser defensora de las identidades nacionales y de las identidades culturales y es a partir del nacimiento del cine sonoro en los años 30 podemos encontrar cuatro grandes períodos en el cine latinoamericano.
    El primero se extiende hasta los años 60 y comprende todas las producciones tipo rancheras, los melodramas y las cabareteras de la época de oro del cine mexicano, donde muchos lo llaman “el viejo cine latinoamericano”. Sobresalen las películas Tango (1933) del argentino Luis Moglia o “Los Tres Berretines” (1933) de Enrique Susini. En esta época el cine está marcado por una tendencia a las pautas marcadas por el cine comercial, personajes dedicados a la vida placentera, enemigos del trabajo y del esfuerzo aunque algunas películas de la época vieron una difusión nada despreciable de América Latina donde incluso algunas ganaron premios internacionales.
    Son años en los que florece el actor Mario Moreno "Cantinflas" quien, con su peculiar uso del lenguaje logra consolidar su popularidad nacional e internacional y arrasar en taquilla durante unos años con películas como Ahí está el detalle (1940), de Juan Bustillo Oro, y la numerosas películas que dirigió Miguel M. Delgado (El gendarme desconocido, 1941; El portero, 1949). Delgado comenta:
    “A pesar de que he dirigido 101 películas en las que no aparece Cantinflas, la gente me identifica todavía como su director; todas las películas que con él realicé, se hicieron con sonido directo, porque debido a su peculiar manera de hablar, prácticamente era imposible que Mario Moreno hiciera doblaje”.

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  12. Entre los años 1940 a 1950 dos acontecimientos le permiten a México tomar el control del cine hispanoamericano como lo son: la migración en España de muchos de sus cineastas y artistas luego de la guerra civil y que Estados Unidos tenía una división de producción de cine en español para América Latina y España. Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos interrumpe este tipo de producción y comienza a invertir en producciones antinazis, lo que buena parte de la infraestructura y actores pasan a México ocupando el lugar que Estados Unidos y España dejó vacío.
    En los años 60 se inaugura un nuevo cine comprometido política y socialmente reflejando las experiencias populistas (más o menos radicales) y el cual es fundamental en la historia del cine latinoamericano debido a la reacción política que genera frente al cine anterior considerado como alienante.
    Este nuevo cine se abre a la cultura popular, donde busca convertirse en un arma de denuncia y transformación social, es justamente la época de los manifiestos y es en esta época donde se busca una ruptura con el cine exclusivamente comercial.
    Los cineastas se planten el papel político que en este contexto pueden jugar el cine y los manifiestos que se publican en la época y pone énfasis en esa búsqueda de la condición propia de la realidad latinoamericana y sus condiciones de subdesarrollo.
    Desde mediados de los años sesenta, se hace incuestionable para todos que la producción en Cuba (filmes, documentales, de ficción y animados) se estaba convirtiendo en un cuerpo de esfuerzos, realizados en la esfera del pensamiento, con el fin de describir, justificar y recompensar el modo de crear y vivir de los cubanos (Joel del Río, 2011).
    En esta época aparecen las películas de Nelson Pereira dos Santos que presentan la cotidianidad de la vida de los habitantes de las favelas de Río de Janeiro o la mirada crítica que lanza sobre el carnaval y lo que este representa en la vida y en el imaginario de los brasileños.
    Chacón y Lillo (1999) señalan que la ruptura de los años 60 se da con el nouveau cinéma europeo además con los golpes de estado que se dan en la región, y toman como punto de partida el año 1964 con el golpe de Estado en Brasil a Joao Goulart.

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  13. Lo que más interesó de desarrollar en la época no fue básicamente la cultura sino más bien la importación de películas extranjeras (disminuyendo al apoyo a las películas locales) siendo el principal proveedor Estados Unidos.
    Es en esta época donde se inicia el apogeo de la televisión y la masificación de los seriales “enlatados” televisivos (Chacón y Lillo, 1999).
    Lo que caracteriza la década 70-80 fue el cine dominado por régimenes dictatoriales, es el cine de exilio, un cine nostálgico que lanza una mirada acusatoria sobre los golpes de estado. Es en esta época donde la problemática latinoamericana recibe un tratamiento más intimista dejando de lado las formas características del período anterior.
    El nuevo cine comienza a privilegiar nuevos espacios en que se desarroolan las contracciones familiares o indicviduales de quienes han vivido esos procesos políticos. El humos toma un papel preponderante y se busca representar el universo popular, el mundo de los excluidos, pero de un modo paródico, irónico que se hace más evidente hacia finales del exilio.
    El cine cubano presenta ya esas características, los problemas de la Revolución son vistos con humor, con sátira, como un modo de hacer crítica social.
    El cuarto período del cine latinoamericano es, en cierto modo, el que se está haciendo hoy, el cine de retorno a la democracia, que sustitutye al cine del exilio. En efecto, se reinstalan las industrias cinematográficas en varios países del continente; Argentina lo ilustra bin con el resurgimiento de su industria del cine luego de las dictaduras.
    Una característica de este nuevo cine- además de estar constituido en gran parte por coproducciones, producto de los contactos que los directores establecieron en su exilio- es el distanciamiento por parte de los cineastas de las posiciones partidistas y utopías del período anterior.
    Un fuerte diálogo intertextual con otras antiguas tradiciones artísticas está también presente. Si en los años 60 la tendencia general fue la ruptura, de hacer algo nuevo, ahora ya no se tiene semejantes pretenciones. Es efectivamente la época del reciclaje cultural y su amplia gma de posibilidades: desde le viejo cine de cabaretera, o el homenaje al melodrama hasta la utilización de viejas canciones y figuras que fueron éxito en la década de los años 40 y 50. Se da en este modo un intenso diálogo intertextual con tradiciones artísticas anteriores, la revaloración de los elementos de las culturas populares.

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  14. ¿Cine en Costa Rica?
    Es hasta 1973 con la creación del Departamento de Cine del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes que inicia la producción cinematográfica en nuestro país, pero que según Cortés (2000) desde el 1909 existían en el país imágenes en movimiento donde la autora menciona a Daniel Marranghello que reseña sobre una noticia publicada en el diario “La Información” del sábado 9 de enero de 1909, donde se publicó lo siguiente:
    “El Variedades ha abierto una nueva temporada cinematográfica de gran importancia. Las vistas que exhibe son tomadas en Costa Rica y al pasar las películas, el público va reconociendo a nuestras bellas señoritas, a los amigos y a los parientes. Gran interés ha despertado en el público la exhibición de las vistas dichas y cada noche hay un lleno total”
    Otras de las producciones realizadas antes de la creación del Departamento de Cine fueron en 1930 Rómulo Bertoni produce el largometraje de ficción “El Retorno” (blanco y negro, muda, 35 mm), una típica historia de amor de la época; en el año 1955 se produce “Elvira” (blanco y negro, sonorizada, 35 mm) otro largometraje de ficción del mexicano Alfonso Patiño Goméz así como “La Apuesta” (16 mm, 1967) de Miguel Salguero (Cortés, 2000).
    Durante los primeros años del Departamento de Cine se produjeron unos 75 documentales (16 mm) donde en su mayoría se plantearon los principales problemas de la sociedad costarricense (salud pública, bienestar social, agricultura y la cultura en general) siendo entre los más destacados documentalistas de la época: Ingo Niehaus con “Leche Materna” (1975), Víctor Vega con “Las cuarenta” (1975, donde trata el tema de la prostitución), Víctor Ramírez con “Los presos”, Carlos Freer con “Desnutrición (1974) y “La cultura del guaro” (1975).
    Entre los filmes que causaron gran impacto en el país fueron “La cultura del guaro”, donde se aborda el tema del alcoholismo- mediante entrevistas a afectados y especialistas- y muestra que esta problemática en nuestro país se estimula por todos los medios.
    “Costa Rica: Banana Republic” de Ingo Niehaus (1975) es también otro de los documentales que marcaron huella, ya que fue realizado como contribución para la Conferencia del Hábitat de las Naciones Unidas en Montreal pero el gobierno retiró la película de la Conferencia e impidió su proyección pública por largo tiempo.

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  19. Finales de los años 70´s y el cine costarricense
    Se realiza en San José en 1976 un festival de Nuevo Cine Mexicano, donde varios cineastas mexicanos y centroamericanos propusieron articular una red de directores y productores de cine para promover el cine local a escala continental, se desarrolló el proyecto Istmo Films; convirtiéndose en la productora independiente mejor equipada de Centroamérica.
    El proyecto buscó el intercambio centroamericano mediante la realización de filmes sobre los conflictos políticos presentes en la región, de los cuales los primeros cinco filmes lo mostraron pero esto también propició que el proyecto no se solidificara.
    En 1977 el departamento cambió su nombre por el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica (CCPC) (Mahieu, 1990).
    Getino (2005) menciona que a finales de los 70, Costa Rica tenía 140 salas de cine de las cuales 25 se localizaban en San José, teniendo cuatro veces más salas que su vecino Panamá, convirtiéndose entre los países con un elevado índice de concurrencia a las salas de cine (4 veces persona/año).
    Durante los años 80’s se producen en el país obras de gran importancia como lo son: “La Segua” (1984) de Antonio Yglesias, “La Negrita” (1985) de Richard Iñíguez, “Los secretos de Isolina” (1986) de Miguel Salguero y “Eulalia” de Oscar Castillo, siendo el primer filme costarricense que logró compensar sus costos en el mercado nacional. Y también es importante mencionar la película “El Dorado” del director español Carlos Saura declarada como una de las películas españolas más caras del momento
    En 1979 los cineastas hablan de producir largometrajes aunque muchos no se percataban aún de la situación económica que se venía encima. Este mismo año significó para el CCPC un período de “acumulación de existencias”, donde se suspendieron las proyecciones de documentales por cadena nacional con el objetivo de preparar material de reserva pero lo interesante de esto es que arranca (por iniciativa de Ingo Niehaus, Edgar trigueros y Roberto García) con uno de los programas más interesantes de la época: el cine rural.
    El cine rural tenía como objetivo llegar hasta el pueblo y mediante la proyección de películas explicar la situación que vivía el país, generando el intercambio de ideas, opiniones y posibles soluciones mediante la participación activa de los espectadores. Con la entrada de la crisis de 1980 el programa cerró debido al insuficiente presupuesto que se disponía para viajar a los pueblos.
    Ya a mediados de los 80 empezó a implantarse el video, lo que resultaba un medio más económico y técnicamente más sencillo. Además que en esta misma época es donde regresan al país cineastas que habían estudiado en el extranjero y que algunos empiezan a producir con cierta regularidad: Mercedes Ramírez, Mauricio Miranda, Alexandra Pérez, Eduardo Ceregatti, Rodrigo Soto, Rogelio Chacón, Rafael Chinchilla, Andrés Heindenreich, Gustavo Fallas, Jurgen Ureña y Esteban Ramírez son algunos de ellos (Cortés, 2000).
    También es importante mencionar que desde el año 1992 con el apoyo del Centro Cultural Español un grupo de estos cineastas sintieron la necesidad de compartir sus incipientes trabajos audiovisuales. Y eso los llevó a organizar lo que llamaron la I Muestra de Cine y Video Costarricense.
    En la I Muestra participaron 29 trabajos, tanto de aficionados como profesionales, en ficción y documental, en los formatos de cine 16 mm. y video y dado su éxito se animó a la realización de la segunda en el que se unieron algunas instituciones públicas y privadas. Dicha muestra al año 2010 suman ya 16 ediciones.
    Y como bien lo dijo Cortés (2000) si bien podemos decir que existe un cine costarricense, no nos cabe duda de que queremos más imágenes en nosotros mismos.

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  20. Bibliografía:

    Chacón, A: Lillo,G. 1999. El cine latinoamericano: del código realista al código postmoderno. En: Escena Revista de las Artes. Año 22. Número 43-44. San José Costa Rica.

    Cortés, María L; Freer, C. et al . 2000. Luces, cámara, acción. Editorial de la Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica.

    Cortés, María L. 2002.El espejo Imposible: Un siglo de cine en Costa Rica. Ediciones FARBEN. San José, Costa Rica.

    Getino, O. 2005. Cine Iberoamericano: Los desafíos del nuevo siglo. Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Editorial VERITAS. San José, Costa Rica.

    Mahieu, José A. 1990. Panorama del Cine Iberoamericano. Ediciones de Cultura Hispánica. Agencia Española de Cooperación Internacional. Madrid,España.

    Joel del Río. 2011. Historia del cine cubano. En: Revista de Cine cubano online. Recuperado el 04 octubre 2011 de: http://www.cubacine.cult.cu/filmo/index.htm

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  21. Cine Centroamericano
    El cine y el video centroamericano se encuentran en un momento de intensa actividad, como lo demuestran los recientes largometrajes estrenados en salas de cines de cada país. No obstante, aún no se debe considerar a la producción audiovisual como una práctica (ya sea como industria o como expresión artística) consolidada en el istmo centroamericano. El cine y el video siguen siendo principalmente obra de las sociedades industrializadas, y para la región, éste se reduce a ser producto de Hollywood, lo que limita a los centroamericanos al papel de consumidores.
    En el siglo XX, en Centroamérica se le dio al cine diversas funciones o lugares en la vida social. Al comienzo se le vio como un instrumento idóneo para documentar la labor de los diversos funcionarios de gobierno y sus obras. Miles de filmes muestran los momentos más importantes de algunos mandatarios de los países del istmo, así como los momentos claves de las historias patrias, de sus conmemoraciones y festejos en cada país. Este es un cine al que se le llama “oficial”, no solo porque mayoritariamente era financiado por los gobiernos de turno, sino porque la visión que se expresaba en los filmes era una de exaltación patriótica, así fuera hacia el orden y la fuerza militar de un gobierno, como en el caso de la Nicaragua de Somoza, o de la democracia y libertad, de la Costa Rica de la Junta de Gobierno de Figueres Ferrer. Este cine, cuantitativamente, es el más prolífico de la primera mitad del siglo XX y el único, de esta primera etapa, que contó con dinero del gobierno para su producción.
    En otros casos un poco aislados se realizaron películas “turísticas” buscando promocionar o dar a conocer a los países en que se filmaban. Así se realizaron documentales como Honduras (1937) de José Bohr, Panamá tierra mía (1965) de Jorge I. de Castro y Así es Costa Rica (1953) de Leo Aníbal Rubens.
    Todos estos registros iniciales fueron realizados desde el centro de los países, con una visión que provenía de las burguesías descendientes de los criollos y la época de la colonia. Si alguna vez la cámara viajaba a la periferia, ésta siempre se veía como un espacio exótico y ajeno. Los indígenas, por ejemplo, siempre eran percibidos de manera estereotipada o como una simple decoración al igual que con los afrocaribeños, las mujeres y otros grupos que fueron prácticamente ignorados durante casi todo el siglo XX. No es sino hasta mediados de los años ochenta que la visión centralista se abre y empiezan a realizarse filmes desde otras perspectivas y con otras temáticas.
    En cada país de la región también se realizaron filmes pioneros, que buscaban iniciar una cinematografía nacional. Sus temáticas trataban principalmente de la preservación de las costumbres y tradiciones propias, mediante historias que exaltan el valor de lo rural, esto debido en buena parte, al prestigio del costumbrismo en la literatura y la plástica. Es el caso de filmes como el guatemalteco El sombrerón (1950), de Guillermo Andreu, o el costarricense Milagro de amor (1955), de José Gamboa. Otras historias fílmicas planteaban el valor del campo por oposición a la ciudad, metáfora de la modernidad, las ideas foráneas y espacio tildado como corruptor, especialmente de las mujeres. Estas películas estaban claramente influenciadas por los melodramas mexicanos de pecadoras, tan populares en la primera mitad del siglo XX. Los dos primeros filmes argumentales panameños, Al calor de mi bohío (1946), de Carlos Luis Nieto, y Cuando muere la ilusión (1949), de Rosendo Ochoa, muestran la “perdición” de una mujer, a manos de un hombre que la lleva a la ciudad-pecado. El primer filme centroamericano del que se tiene referencias, el salvadoreño Águilas civilizadas (1927), de los italianos V. Crisonino, E. Bianchi y A. Massi, y el costarricense El retorno(1930), de A. F. Bertoni, también proponen a la ciudad como espacio de ruina moral.

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  22. Cine Centroamericano - Continuación

    Algunos realizadores, como Rafael Lanuza, de Guatemala, y Oscar Castillo, de Costa Rica, buscaron asentar las bases del cine como industria, apoyándose muchas veces en México, sin duda el modelo industrial de cine más cercano a la región. Lanuza exploró diversos géneros, como el melodrama familiar, con Una corona para mi madre (1952); los filmes de luchadores con Superzan y el niño del espacio (1971), El triunfo de los campeones justicieros (1972) y La mansión de las siete momias (1973); el género del oeste en El Cristo de los milagros (1971); y el filme de catástrofe en Terremoto en Guatemala (1976).
    Castillo es un productor con una importante trayectoria que incluye filmes emblemáticos del cine revolucionario de los años setenta y ochenta (Patria libre o morir, 1978 y El Salvador, el pueblo vencerá, 1981) a producciones más costosas y con fines comerciales como La Segua (1984), un intento de realismo mágico centroamericano, y Asesinato en El Meneo (2001), una comedia sobre la corrupción en la sociedad costarricense, ambas con actores mexicanos de renombre en su reparto. Castillo dirigió él mismo este último filme, así como Eulalia (1987), una parodia de las telenovelas y su mayor éxito de taquilla y crítica. Como productor, también han estado bajo su responsabilidad el largometraje Mujeres apasionadas (2003) y las series El barrio y La pensión, que se han mantenido durante varios años en las pantallas televisivas.
    Los temas de la Centroamérica de hoy van desde la corrupción –Asesinato en El Meneo (2001), del costarricense Oscar Castillo, y La casa de enfrente (2003), del guatemalteco Elías Jiménez; la violencia -Marasmo (2003), del costarricense Mauricio Mendiola-; la emigración –Por cobrar (2002), del guatemalteco Luis Argueta; la amenaza de la prostitución infantil –Password. Una mirada en la oscuridad (2002), del costarricense Andrés Heindenreich-; y la preocupación por los recursos naturales –Lo que soñó Sebastián (2003), del guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, y Caribe (2004), del costarricense Esteban Ramírez. También se han realizado adaptaciones literarias, como Anita, la cazadora de insectos (2001), del hondureño Hispano Durón, y Donde acaban los caminos (2003), producción guatemalteca bajo la dirección del mexicano Carlos García Agraz. Una película de terror, Almas de la medianoche (2001), del joven Juan Carlos Fanconi, fue un éxito de taquilla del cine hondureño. Honduras también vio en sus pantallas en el 2002 el estreno de No hay tierra sin dueño, el filme que Sami Kafati dejó inconcluso a su muerte.
    En el ámbito local, Costa Rica organiza desde hace más de 10 años una muestra nacional de cine y video, que algunas veces ha exhibido la producción centroamericana. Asimismo, un concurso de video ambiental en el marco del Festival Madre Fértil Tierra Nuestra está abierto a la producción centroamericana y ya cuenta con cinco ediciones. En El Salvador se realizó, en el año 2003, el primer Certamen Nacional de Video, y en Nicaragua ya se han llevado a cabo cuatro ediciones de una muestra de cine y video latinoamericano, que también ofrece espacio a la producción regional.

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  23. Cine en Costa Rica
    El cine llegó a Costa Rica a finales del siglo XIX como un medio de entretenimiento y tuvo una gran relación con el teatro durante sus primeros años. En este momento las películas se exhibían en hoteles o cuartos especiales con aparatos como el kinetoscopio. Durante la primera mitad del siglo XX se inició la construcción de salas diseñadas especialmente para cine y para el año 1940 San José poseía 12 de estas salas de cine.
    La realización de películas en los inicios del siglo XX se limitó principalmente a producciones que mostraban una serie de imágenes o fotografías hasta que en 1913 varios fotógrafos costarricenses empezaron a incursionar en grabación de imágenes en movimiento. Aún así estas grabaciones fueron en su mayoría registros de actividades históricas importantes como el traspaso de poderes entre los presidentes Ricardo Jiménez Oreamuno y Alfredo González Flores en 1914, el cual es una de las representaciones más antiguas del cine nacional. Además de estas grabaciones históricas se realizaron algunos trabajos más elaborados que tomaban la forma de primitivos documentales que desarrollaban temas acerca de producciones agrícolas o industriales y programas políticos.
    Pero no solo estos trabajos se realizaron con respecto a la evolución cinematográfica costarricense, también se intentó la producción de obras de ficción y de esta forma se grabaron películas como El Retorno (1930), Elvira (1955), Milagro de amor (1955) y La Apuesta (1968).
    Con estos ejemplos se puede notar como el cine creado en Costa Rica ha sido muy esporádico y como la industria se intentó establecer en el país pero tuvo grandes complicaciones que no lo permitieron: grabaciones y esfuerzos individuales que no llegaron a formar empresas o grupos importantes y falta de fondos e inversiones.
    Para la década de 1970 la principal divulgación de cine del país era en grupos muy selectos de cinéfilos y se limitaba más que todo a filmes extranjeros. Esto se daba en la Cinemateca de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica y en ciclos organizados en las embajadas de diferentes países. Luego, en 1972, se creó la Cinemateca Nacional y en 1973 un Departamento de Cine en el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, y de la unión de estas se formó el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica. En este Centro se reunieron jóvenes con conciencia crítica que llegaron a tener grandes choques con las autoridades gubernamentales de esos años que llegó a un punto tal en que el presidente Daniel Oduber Quirós prohibió uno de los documentales del Centro (Costa Rica Banana Republic, 1976). De nuevo, durante estos años la industria cinematográfica intentó establecerse seriamente en el país pero luego de este periodo de actividad todo volvió a decrecer lentamente.
    Luego de esto se debe notar el trabajo de productores como Oscar Castillo que inició con la película La Segua (1984) y luego se mantuvo fuera de las salas de cine durante más de diez años mientras realizaba series de televisión como El Barrio, La Pensión y La Plaza con las cuales logró buscar y consolidar un equipo de artistas y técnicos audiovisuales, además de practicar con la ficción en estas series televisivas y finalmente realizar otro largometraje: Asesinato en el Meneo (2001). Además de esto, Castillo ha participado en otros proyectos como lo fue Mujeres Apasionadas (2003) el cual fue realizado por Maureen Jiménez y producido por Castillo. Este fue uno de los primeros films digitales presentados en las salas de cine del país.
    Finalmente, en los últimos años el cine costarricense ha tenido varios largometrajes importantes que han llegado al extranjero como Caribe, Gestación, Del Amor y otros Demonios y más recientemente A ojos cerrados y El regreso el cual ganó el premio de Mejor Largometraje Internacional en el Festival de Cine Latino de Nueva York en agosto de este año.

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  24. Bibliografía


    Cortés, M. (s. f.). Miradas - Más allá de la pantalla rota (Cine y video en Centroamérica) Recuperado el 06 de Octubre del 2011, de http://www.eictv.co.cu/miradas/index.php?option=com_content&task=view&id=287&Itemid=48

    Juan rafael, Q. (1999). Costa Rica contemporánea: raíces del estado de la nación (Primera Edición ed.) San José, Costa Rica: Editorial Universidad de Costa Rica.
    Los primeros años del cine en Costa Rica | Centro Costarricense de Producción Cinematográfica (2011). Recuperado el 06 de Octubre del 2011, de http://www.centrodecine.go.cr/cine-video-costa-rica

    Patricia, F. (2005). Cultura y sociedad en Costa Rica: 1914-1950 (Primera Edición ed.) San José, Costa Rica: Editorial Universidad de Costa Rica.

    Russo, E. (2008). Hacer cine: producción audiovisual en América Latina (Primera Edición ed.) Buenos Aires: Paidós.

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  25. Bibliografía

    Portal del Cine y el Audiovisual Latinoamericano y Caribeño. Recuperado Octubre 6, 2011, a partir de http://www.cinelatinoamericano.org/texto.aspx?cod=1986¬¬¬

    MEDIA - Inicio > Cine > 1 Historia del cine > 1.10 El cine latinoamericano. Recuperado Octubre 6, 2011, a partir de http://recursos.cnice.mec.es/media/cine/bloque1/pag10.html

    Historia del Cine - Monografias.comRecuperado Octubre 5, 2011, a partir de http://www.monografias.com/trabajos14/cinehistor/cinehistor.shtml#LATINO

    Los primeros años del cine en Costa Rica | Centro Costarricense de Producción Cinematográfica. Recuperado Octubre 6, 2011, a partir de http://www.centrodecine.go.cr/cine-video-costa-rica

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